lunes, 27 de septiembre de 2010

Caballero sin espada

"Mr. Smith goes to Washington", en versión original. Un clásico de Frank Capra con papel estelar de James Stewart. La historia de un idealista e ingenuo joven al que la corrupta casta de la capital estadounidense nombra senador con la idea manejarlo a su antojo. Pero el cordero les sale rana y descubre los tejemanejes que un grupo de empresarios y políticos se traen para aprobar un oscuro proyecto de forma ilegal. Mr. Smith debe entonces enfrentarse a todo el stablishment de Washington, a los corruptos medios de comunición, a toda clase de manipulaciones y mentiras, e incluso al hombre a quien él siempre había considerado un modelo a seguir. Todo un golpe de atención a la deriva que ha sufrido la política desde los principios constitucionales hasta su verdadero funcionamiento actual. Para evitar la tropelía debe mantenerse en el uso de la palabra el mayor tiempo posible. Su discurso es ya un icono del cine, y la cinta original forma parte de la biblioteca del congreso norteamericano. Una frase para el recuerdo: "las causas perdidas son las únicas por las que vale la pena luchar".

Pablo Domínguez


Otro día escribiré sobre la Iglesia, pero hoy quiero simplemente presentar a un cura. Un cura desconocido durante toda su vida, y que pasó a ser conocido tras su prematura muerte y la película que dirigió Juan Manuel Cotelo. Un buen cura, como éste último decía: Pablo Domínguez. Un tipo brillante. Un tipo que podía haber conseguido casi cualquier cosa que se hubiese planteado, fuese en el mundo de la empresa, el de la política o el de la comunicación. Y que por eso fue cura, porque eso fue lo que se planteó. No fue famoso, no presentó shows de tv, no llegó tampoco a ocupar un puesto de alta responsabilidad. Se limitó nada más y nada menos que a estudiar, pensar, aprender, y ayudar a todos cuantos se encontró en su camino. Probablemente, como Jesús quisiera de todos nosotros. Y por eso es un boy scout, distinto a Rick Hoyt, distinto a Joe Hallenback, distinto a los hermanos McCann, pero un gran boy scout y posiblemente más valiente que ninguno de ellos. Por él y por todos los magníficos curas que, solos y despreciados por muchos, ayudan a tantos sin esperar nada a cambio.

Cosas en que vale la pena creer

Una pelícual imprescindible: "El secreto de los McCann" ("Secondhand Lions" en versión original). La madre de Haley Joel Osment es una estafadora que envía a su hijo a vivir con sus tíos, unos extraños y solitarios personajes que desaparecieron durante años y que se supone ocultan una fortuna en su rancho, con la idea de que el chico localice y les robe el dinero. La relación con estos dos viejos huraños (Michael Caine y Robert Duvall) es complicada al principio, pero con el tiempo terminan por convertirse en los padres que el chico nunca tuvo, unos hombres de verdad, valientes, íntegros y honrados. Un día uno de sus tíos le cuenta una serie de increíbles aventuras en África que según él vivieron durante todos esos años, unas aventuras que les convirtieron en leyenda, que les sirvieron para amasar un gran tesoro que sin embargo desprecian, y para conocer un gran amor que sobrevive más allá del tiempo. En esta escena (ojo spoiler) Duvall le revela a Osment que ese amor era el de una princesa árabe, que murió llevando en su vientre a su futuro hijo:


- Esas historias sobre África, sobre ti, son ciertas ¿verdad?
- Eso no importa.
- Sí que importa. Mi madre y todos dicen que son mentira, y no sé que creer.
- Si quieres creer en algo, cree. Solo porque algo no sea cierto no es razón para que no puedas creerlo. De acuerdo, te voy a dar un largo discurso, jovencito. A veces, las cosas que pueden o no ser ciertas, son aquellas en las que los hombres más necesitan creer: que las personas son básicamente buenas. Que hay honor, valentía y virtud en todo. Que el poder y el dinero, el dinero y el poder no significan nada. Que el bien siempre triunfa sobre el mal. Y quiero que recuerdes esto, que el amor... el amor verdadero nunca muere. Recuérdalo, chico. Recuérdalo. No importa si son ciertas o no. Los hombres deberían creer en estas cosas porque son las cosas en las que vale la pena creer... ¿lo entiendes?
- Es un buen discurso.

(Spoiler: al final, toda la historia resulta ser cierta)

Team Hoyt

¿Qué haríais si supieseis que vuestro hijo va a nacer con una parálisis cerebral, si los médicos os dijesen que estaría condenado a no poder hablar ni andar en toda su vida, si lo considerasen prácticamente un "vegetal"? Muchos sin duda clamarían por el aborto. Y de haber nacido, por la eutanasia. Pues bien, no os perdais esta historia:



Y ahora, que todos aquellos que quieren decidir sobre la vida de los demás, los que piensan que no vale la pena que un niño nazca si no va a estar sano, los que juzgan cuando los demás pueden o no pueden tener una vida digna... todos ellos que miren la cara de Rick Hoyt y de su padre, que digan que su vida no vale la pena.
(La página web de Dick y Rick Hoyt es http://www.teamhoyt.com/)

domingo, 26 de septiembre de 2010

El último Boy Scout

La vida de Joe Hallenback era una mierda, había perdido su empleo, todos le repudiaban, su mujer le ponía los cuernos con su mejor amigo y su hija no le respetaba. Su carácter no era fácil, desde luego, pero ¿cómo había llegado a este punto? ¿Por qué le habían despedido? Por ser honrado. Por no admitir las corrupciones y los abusos de alguien importante. Había sido un héroe antes, un gran policía con una trayectoria impecable y honorable, pero de nada había servido. No había evitado su caída en desgracia. Y ahí viene lo importante: después de ver cómo su honradez le había traicionado ¿cómo reaccionó? ¿Se pasó al lado oscuro? ¿Pensó "que le den", y olvidó sus principios, aquello que "estaba bien"? No, siguió siendo él. Sin que le reportase ningún beneficio. Viendo cómo su jodido "superyo", su moral, aquello que debía ser hecho, le privaba de todo aquello que los demás tenían y le conducía a la soledad. Porque no se trataba del fin, sino de los medios. Porque no todo vale. Porque se la traía floja que el resto del mundo estuviera podrido y sin principios. Porque no era ningún santo, era un tipo duro, malhablado, a veces desagradable y bastante antisocial; pero sí era un boy scout, era mejor que ellos, mucho mejor. Y porque valía la pena ser distinto y ser mejor. Y cuando el mundo se fuera al carajo, hundido por los meapilas, los cobardes, los egoístas, las sanguijuelas, los pichaflojas, los pirados y los imbéciles, él podría levantar la cabeza y pensar "yo no la he cagado, no me he vendido, no me he rendido, no he hecho daño a los demás, yo he hecho lo que tenía que hacer, he luchado porque este mundo fuera más justo, más habitable". Y con eso basta para ser feliz... y para hacer feliz a quien esté dispuesto a serlo. Cuando menos a Dios, sí.


Yo no soy Joe Hallenback. En realidad mi nombre y mi vida importan poco. Sería injusto si me quejase de lo que soy o de lo que tengo, pero sí tengo claro que si fuese como la mayoría, mi vida sería mucho "mejor", al menos según los parámetros que los demás consideran. Si estuviese dispuesto a mentir, a venderme, a trepar, a aprovecharme de otros... tendría más "amigos", más "novias", un mejor sueldo... pero ese no soy yo, y no quiero serlo. Porque soy diferente y quiero ser mejor. Con eso tengo suficiente. Y porque sé que no estoy solo, que Joe Hallenback es uno de los últimos boy scouts, pero no el último. Hay más ahí fuera. Y sobre todo, puede haber muchísimos más. Su ejemplo vale la pena. Para eso creo este blog. Para mostrar aquellas personas y aquellos actos que no suelen aparecer en los medios y que a todos nos deberían inspirar. Para eso, y para desahogarme de tantas cosas que creo que alguien debería decir y nadie dice. Nada más y nada menos. No tengo mayores ambiciones, porque solamente con que una persona me escuche, habrá valido la pena.