jueves, 21 de octubre de 2010

El linchamiento de los héroes

Los humanos no somos perfectos. No somos corruptos por naturaleza, pero sí somos corruptibles. Y somos débiles. Todos tenemos nuestros pequeños vicios, nuestras pequeñas miserias, cosas que sabemos no son correctas y contra las que luchamos no siempre con éxito. Pero eso no quiere decir que todos seamos iguales. No lo somos. Hay personas en las que sus sombras son una pequeña mancha en un alma brillante, y otras en las que apenas se puede apreciar ninguna luz. Pero esa es precisamente la excusa de los mediocres, la salvación de su mala conciencia de saber lo patéticos que resultan ellos y sus vidas: “todos somos iguales, nadie es perfecto”. Ese relativismo idiota que equipara a un héroe que da su vida por los demás con cualquier mierda que se cruza en el camino. Porque siempre hay quien justifica que si el mierda es un mierda no es por su culpa, la culpa es de la “sociedad”, una infancia difícil y demás excusas (como si las infancias de los demás fueran fáciles). Y si el héroe parece ser un héroe, es porque es un embustero, un creído, un mentiroso, o un vanidoso que pretende aprovecharse de otros, no puede ser un héroe. ¿Por qué? Pues porque yo no lo soy ni lo seré nunca, y por eso me niego a aceptar que pueda existir alguien así. Porque eso confirmaría lo miserable que soy, o me cargaría de la responsabilidad de poder dejar de serlo. Y eso es duro. Es más fácil y más cómodo pensar que si yo no tengo principios, soy egoísta, o soy un aprovechado, es porque todo el mundo lo es.

Por eso, cuando un héroe aparece ante los ojos de todos, caben dos respuestas: 1) apreciar sus cualidades y aprender de ellas tomándolo como ejemplo, o 2) negarse a aceptar su condición de héroe y desacreditarlo hasta lincharlo. Las buenas personas seguirán el primer camino. Los mediocres el segundo. ¿De qué manera? Ah, hay muchas. Se buscará cualquier detalle de su vida, y si no se encuentra se inventa, o se exagera cualquier falta. El caso es sacar a los ojos de todos que “¿lo veis? No era un héroe, era un farsante”. ¿Y de entre estas dos respuestas, cuál predomina en España? Buscando por la red me he encontrado con que en los EEUU, por ejemplo, existen varias iniciativas parecidas a este blog de “real heroes”, y que sus protagonistas gozan de reconocimiento público. Aquí, ninguna. Recientemente hemos vivido el lamentable caso de Jesús Neira, un hombre que arriesga su integridad física para ayudar a una mujer que estaba siendo maltratada por su novio (todo ello grabado en vídeo). Como resultado termina en coma y apunto está de morir. En un primer momento todos lo ensalzan y convierten en héroe (lo es). Pero en seguida aparecen los mediocres, los que no soportan mirarse al espejo, los que intentan utilizarlo en su favor y descubren que no pueden, y hay medios de comunicación que inician una campaña de desprestigio en su contra, rebuscando cualquier detalle de su pasado, colocándolo en el mismo escalón que el maltratador, y hasta acusándolo de machista (sic). Un positivo en un control de alcoholemia basta para defenestrarlo sin que casi nadie levante una voz en su favor, una voz que diga la verdad: yo no conozco al señor Neira; estoy seguro de que ha cometido errores, y de que cometerá más; pero también estoy seguro que son nuestros actos los que nos definen, que no todos somos iguales, que hay una inmensa diferencia entre los hijos de puta matones que pegan a las mujeres, aquellos que miran para otro lado, y los héroes que se juegan la vida para defenderlas; y que Neira es de estos últimos. Y en eso vale la pena creer, y por eso vale la pena luchar, aunque los mediocres decidan lincharte. Gracias, don Jesús, porque su ejemplo no caerá en vacío, y porque gracias a lo que usted hizo, el mundo es un lugar mejor.

jueves, 7 de octubre de 2010

Albert Schweitzer



Uno de los hombre más extraordinarios que ha dado el siglo XX. Filósofo, teólogo, médico y un virtuoso intérprete del órgano y el piano, que un momento de su vida decide dejar atrás una espectacular carrera en Europa y marcharse a África para construir allí un hospital y entregarse a ayudar a quienes más lo necesitaban. Albert Schweitzer nació en Alsacia, Alemania, en 1875. Desde joven destacó como organista especializado en Bach, como erudito del Nuevo Testamento y como defensor de la vida como raíz ética del ser humano, una raíz que consideraba que la civilización occidental estaba abandonando. En 1913 termina sus estudios de Medicina y, junto con su esposa, se traslada a Lambaréné (Gabón) para trabajar en un hospital. En 1918, el estallido de la Primera Guerra Mundial hace que, en tanto alemán en territorio francés, sea hecho prisionero. Una vez liberado, termina su famosa obra "Cultura y Ética", y en 1924, con todo el dinero de que disponía, se traslada de nuevo a Gabón para reconstruir su viejo hospital. Un hospital en el que trabajaría hasta su muerte en 1965, atendiendo a miles y miles de pacientes y difundiendo sus ideas acerca del amor al prójimo y la defensa de la vida. Todo un ejemplo de estudio, sabiduría, sacrificio y lucha por unos ideales nobles, a priori una causa perdida, algo que muchos calificarían de locura de un demente, que sin embargo, y a pesar de los muchos obstáculos, consiguió sacar adelante hasta convertirse en un referente mundial que, no obstante es hoy poco recordado. Albert Schweitzer ganó el premio Nobel de la Paz en 1952.

miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Cómo de fuerte pueden golpearte?



La vida nos da golpes. La mayor de parte de las veces de forma injusta, a destiempo, cuando menos lo esperamos. Nadie lo puede evitar. Lo que destingue a los héroes de los cobardes es qué se hace en esa situación. Porque como dice Rocky, no se trata de lo fuerte que puedes golpear tú, sino lo fuerte que te pueden golpear a ti, y soportarlo. Soportarlo significa no rendirse, significa seguir luchando por esa causa perdida o no tan perdida, aunque la vida se empeñe en impedirlo, aunque todos te digan que es inútil. Es inútil para ellos, porque se han rendido, porque no han soportado los golpes, y se dedican a buscar culpables. Pero para conseguir algo, lo primero es soportar los reveses, las zancadillas, los comentarios negativos de aquellos que no han sabido asimilar su derrota y se niegan a aceptar que otros sigan adelante, aquellos que creen que todos tenemos que ser de la misma condición. Soportar los golpes y avanzar, siempre. Y no sólo porque con eso se consiga el éxito, sino por la lucha en sí misma. Esa lucha, cuando es por los valores más nobles, vale la pena, nos hace mejores y da sentido a nuestras vidas, no importa cuál sea el resultado final. Para un boy scout soportar los golpes significa mantener sus principios, mantener sus ideales, luchar por ser mejores y por hacer un mundo mejor ayudando a los demás. En ese camino se recibirán muchos golpes, y alguno nos derribará. Lo importante es ponerse siempre de pie para continuar.